Capullo de Jerez y Pansequito conquistan la Torre del Cante a base de oficio y Luis Perdiguero se encumbra en su tierra

La 39ª edición del Festival Flamenco destaca también por la plasticidad de la bailaora Luisa Palicio. Los extremenos Miguel de Tena y Esther Merino dejan muy buen sabor de boca. Fueron siete horas ininterrumpidas de espectáculo

El oficio de los cabezas de cartel, Capullo de Jerez y Pansequito; la plasticidad de la bailaora esteponera Luisa Palicio, y el buen hacer del antequerano Luis Perdiguero fueron lo más destacado de la intensa velada flamenca vivida el sábado en Alhaurín de la Torre. La trigésima novena edición del Festival Torre del Cante, celebrada en el Auditorio al aire libre de la Finca Municipal El Portón, volvió a lucir sus mejores galas y a demostrar que, pese a la crisis, goza de muy buena salud. La entrega y la maestría de los artistas permitieron que el espectáculo, de casi siete horas de duración -terminó pasadas las cinco de la mañana-, reviviera escenas apoteósicas, que recordaban las mágicas noches de los años 70 y 80. El público estuvo entregado y supo recompensar las actuaciones con fuertes aplausos.

Los primeros espadas, Pansequito y Capullo de Jerez, tiraron de oficio -quien tuvo, retuvo-, arte y sencillez para volver a triunfar. El linense afincado en El Puerto de Santa María, José Cortés Jiménez ¿Pansequito’, regresó a la que fue su casa con una actuación triunfal. Veterano y dueño de los tiempos, auténtico maestro, lo bordó junto a los toques de guitarra de Manuel Valencia: cantiñas, alegrías, bulerías por soleá, tarantos, bulerías y fandangos. Un cante puro, muy del gusto del público, que le granjeó varias ovaciones, especialmente la de despedida. Por su parte, el Capullo de Jerez, que actuó en penúltimo lugar, en la hora de máximo duende y expectación, volvió a ser, simplemente, él mismo y, a juicio de la mayoría, el gran triunfador de la noche. Capaz de arrancar las risas del público por su espontaneidad y los aplausos por su derroche de energía, la singular voz rasgada del artista volvió a cautivar a los espectadores, que estaban deseosos de verle actuar. Acompañado por la guitarra de Niño Jero, las palmas de Jesús y Juan Flores y el cajón de José Rubichi, ejecutó como solo él sabe hacer, soleares, fandangos y bulerías.

La otra triunfadora de la noche fue la bailaora esteponera Luisa Palicio, muy motivada y con ganas de agradar en el arranque de la segunda parte de la velada. Con el cante de Juan Reina y la guitarra de Rafael Rodríguez, la artista hizo poesía con sus manos, su bata de cola y su mantón, con una plasticidad y belleza fuera de lo habitual. Comenzó su actuación con una estampa escenificada de Manolo Caracol, donde el cante y el baile adquieren una dimensión especial. Después pasó a las seguiriyas, ejecutadas con precisión, que le valió el reconocimiento de la concurrencia por su encomiable esfuerzo.

La granadina Marina Heredia, que volvió a las tablas de Alhaurín de la Torre tras debutar con éxito en 2008 y consagrarse con una excelente actuación en 2009, cumplió sobradamente, aunque a un nivel algo menor de lo esperado a tenor de lo ocurrido años atrás. Acompañada por su guitarrista, José Quevedo ‘El Bola’, y por las palmas de Anabel Rivera y Jara Heredia, la joven, de 32 años, cautivó de nuevo a la grada con su amplio repertorio: soleares de Alcalá, Cádiz, Triana y Joaquinín, cantiñas, malagueñas del Mellizo -en lo que fue un guiño al cante de nuestra tierra- y Maestro Ojana, fandangos abandolaos, tangos y bulerías. Con enorme naturalidad, entrega y temperamento, la granadina se metió al auditorio en el bolsillo y fue despedida con aplausos, prueba inequívoca que la Torre del Cante se ha convertido ya en su particular talismán.

Para oficio y saber estar, el del extremeño Miguel de Tena, encargado de cerrar el festival y que volvía por estos lares dos años después de su última aparición. Muy esperado por el público y con el genial toque de guitarra del cordobés Antonio de Patrocinio hijo, ejecutó malagueñas y fandangos de Lucena, además de una caña -un palo tan poco habitual en los repertorios actuales como interesante, que popularizó el gran maestro Antonio Chacón, entre otros, en el primer tercio del siglo XX-, tangos, bulerías y más de 20 fandangos, que es su punte fuerte. Estaban todos tan a gusto que los espectadores no le dejaban marcharse y tuvo que extender su actuación. De Tena, por su magnífica voz y maneras, también dejó un muy buen sabor de boca.

Tampoco le fueron a la zaga ni la debutante Esther Merino, de 28 años, en su papel de ganadora del XXXII Concurso de Cante Mirando a la Torre, ni el malagueño Luis Perdiguero, sobrio y formal. Abrir el festival casi en frío, con parte del público aún acomodándose no es fácil, pero la joven pacense, de vigorosa y brillante voz, rica en matices y sin complejos, estuvo formidable por su respeto a la ortodoxia del cante. Acompañada por las guitarras del tocador oficial del festival, Andrés Cansino, y Manuel Herrera, interpretó tangos -homenaje a la Repompa incluido- sobre todo, de su tierra, alegrías, seguiriyas y bulerías.

BRILLANTE LUIS PERDIGUERO

Y de Perdiguero, antequerano de adopción y raíces jerezanas, se puede afirmar rotundamente que fue otro de los más aclamados de la velada, y que por fin se encumbró en un festival en su tierra. Se hizo acompañar de Antonio Higuero, flamante Premio Nacional de Guitarra de la Cátedra de Flamencología. De voz gitana, abrió con una tanda de soleares en las que pasó revista a Alcalá, Roezna, Frijones y Sarneta; siguió con alegrías, tarantos, fandangos y bulerías. Autor de dos discos, con el tercero ya en mente, y con una peña flamenca que ya tiene su nombre en Antequera, el intérprete volvió a brillar en la Torre del Cante, donde estuvo hace dos años.

Gonzalo Rojo, el eterno presentador del festival, volvió a estar contar con Manuel López Mestanza para conducir la gala, que no defraudó a los presentes. En definitiva, la 39ª Torre del Cante, organizada por la Peña Flamenca del mismo nombre con el patrocinio del Ayuntamiento, la Diputación de Málaga y la Fundación de las canteras, ha vuelto a triunfar gracias a un cartel que ha demostrado que con el oficio de los veteranos y la calidad de los jóvenes ya consagrados, el éxito está más que asegurado.

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